martes, 18 de agosto de 2009

Prohibido vivir en paz




Al Ayuntamiento de Jerez le encantaría que los vecinos de Guadalcacín dejaran de hacer ruido, para que jóvenes bárbaros de la provincia y alrededores pudieran seguir haciéndolo tranquilamente. Poco importa que el ruido de los vecinos sea una protesta legítima y desesperada, un clamor por el derecho al descanso tras años de miedo y ojeras, y poco importa que el ruido de los mozos esté aderezado con meadas, cagadas, insultos, cristales y vomitonas. Pero… ¿no hay desde 2004 una ley que prohíbe beber en la vía pública? Sí, pero, en lugar de hacerla cumplir, el Gobierno Local se dedica a tachar de “ilegal” la lucha de los ciudadanos desprotegidos. Así pues, parece que el cometido de la delegada de Seguridad es dar a los vándalos borrachos la seguridad de que la gente de bien no va a molestarles. El mundo al revés, vaya, una muestra más de que las cosas funcionan aquí de manera diferente a como lo hacen en el resto del universo conocido, que incluye lugares con gente tan parecida a nosotros como puede ser Sevilla. Un ejemplo: en la capital de Andalucía, que es una ciudad, hay un servicio municipal de bicicletas con más de 50.000 usuarios; en la capital de la campiña jerezana, que es un pueblo, hubo un servicio municipal de bicicletas que no sé si llegó a 50 usuarios, la infraestructura creada está en ruinas, y las bicicletas cogiendo polvo en algún almacén municipal, si es que no se las llevaron despiezadas los quinquis autóctonos. El ejemplo no parece tener mucho que ver con el botellón, pero todo está relacionado: la idiosincrasia, la cultura ciudadana (o su ausencia), el dinamismo o la pasividad de la gente… por eso, cuando a un Consistorio acostumbrado a tratar con borregos se le revelan unos cuantos, le pilla con el paso cambiado y reacciona mal (pasó con el “castastrazo”, y está pasando con lo de Guadalcacín). Tan cierto como que las leyes están para cumplirlas, es que muchas de ellas no se cumplen y se hace la vista gorda, y que no hay medios para obligar a todos a cumplir todas las leyes (se acabaría de un plumazo con los delitos, pero también con la libertad). Sin embargo, cuando una situación es claramente ilegal, perfectamente evitable, ha sido largamente soportada y denunciada, y sin duda puede derivar en consecuencias nefastas, lo más grave no es la propia ilegalidad, sino la dejación de funciones de la autoridad encargada de velar por el bien común. En otras palabras: si el Ayuntamiento de Jerez no hace lo que tiene que hacer, que deje a los vecinos de Guadalcacín defenderse como buenamente puedan, lo cual, por cierto, están haciendo con bastante paciencia, tacto y respeto a la ley.





Cuando hay gente que lleva años sin descansar, con miedo al fin de semana, limpiando inmundicia de su casapuerta cada mañana, no puedes decir que “la Policía local y la Guardia Civil ponen multas”, y que se ha mandado “un grupo de investigación de paisano” (¿qué es lo que hay que investigar?, ¿cuántos hielos les echan a las macetas de calimocho?, ¿cuál es la duración media de una meada en la puerta de una casa?). Lo que hay que hacer es enviar agentes del orden no a multar la ilegalidad, sino a impedirla. Y si no se tiene autoridad, se solicita la intervención del Subdelegado del Gobierno, y si hay que llevarse a veinte tíos al calabozo por resistencia a la autoridad, se les lleva, y si hay que multar con 300 euros en lugar de “reñir”, se hace. Pero como no se hará nada de esto hasta el día que alguien con los nervios destrozados coja la escopeta y se cargue a todo el que se le ponga por delante con un cubata en la mano, sugiero a los vecinos de Guadalcacín que hagan ellos botellón a las puertas de las casas de los concejales. Entonces comprobarán, en carne propia, lo que de verdad se puede llegar a hacer para imponer la ley cuando interesa.
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La Voz, Jerez, martes 18 de enero de 2009

2 comentarios:

Ray dijo...

Estás en forma. Se te echaba de menos.

JOSE

Nadie dijo...

Gracias, pero no, no estoy en forma. Tan sólo hago lo que puedo.
Yo también os echaba de menos.
Nadie