domingo, 25 de noviembre de 2007

Columna repetida



COLUMNA REPETIDA
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Bueno, no exactamente, pero, si así fuera, tampoco pasaría nada. De hecho, con relativa frecuencia descubro columnas repetidas en los medios locales (son los que sigo con más atención) y nunca he visto a nadie quejarse al respecto, de lo cual deduzco que, o bien a nadie le importa un pimiento, o bien los lectores tienen memoria de pez -¿acaso alguien sabe cómo es la memoria de un pez?- y lo que leen se les olvida de un día para otro, circunstancia que diría bastante menos de los columnistas que de sus seguidores. En cuanto a la repetición en sí misma por parte de los periódicos, quizá unas veces se deba al despiste (“¡Huy, me confundí de archivo!”), otras a las prisas traicioneras (“¿Dónde está la columna del cabr… de fulano?, ¡cierro en diez minutos!”), y en ocasiones a la simple flojera y certeza de impunidad (“Pon esta misma, totá, nadie se va a coscá”). Tan seguro estoy de que realmente nadie se cosca, que públicamente anuncio que les voy a “colar” a todos ustedes una columna repetida en el transcurso de los próximos meses (antes de las elecciones, por concretar una fecha).
Pero lo que realmente les quería explicar hoy es que la mayoría de las columnas que se escriben son repetidas aunque no sean repetidas. Dicho de otra manera: una vez que ha escrito 15 ó 20 columnas, las ideas y el estilo del columnista han quedado claros para los lectores. A partir de ahí, depende de su talento, inspiración y esfuerzo el reformar en cada ocasión la fachada de su columna de toda la vida para que interese y, si acompañan las musas o suena la flauta, sorprenda y emocione. Yo, qué quieren que les diga, me parto de la risa leyendo a algunos colegas a los que no les suena la flauta ni por puñetera casualidad por más años que pasen

(y no me explico cómo les dejan seguir torturándonos con sus tostonazos, panfletos, cursiladas, e insult@s vari@s a la inteligencia y al idioma: ¿es que no hay más talento en la ciudad? Y si lo hay, ¿es que no merece atención?). De igual manera, me sigue maravillando ver cómo otros colegas –no tan numerosos- son capaces de escribir auténticas joyas semanales, o ¡diarias!, repletas de poesía, cultura e ironía; pequeñas delicatessen que no puedes dejar de leer porque, aunque conozcas las sendas que vas a transitar, ignoras las sorpresas que aguardan ocultas en la espesura. Mi nada humilde aspiración es llegar a escribir como estos últimos. De momento, para que se entretengan mientras juzgan si estoy con los unos, con los otros o en tierra de nadie, les emplazo a que descubran el “bluf” que está por venir en alguno de los 14 próximos domingos. Fácil, ¿no?

La Voz, Jerez, 25 de noviembre de 2007. Otro día que será igual que cualquiera para ser, quizá, diferente a todos.

martes, 20 de noviembre de 2007

Vida y destino

"Vida y destino" es el libro que estoy leyendo actualmente. Lo compré por varios motivos: versa sobre la Segunda Guerra Mundial, que para mí es uno de los momentos más fascinantes de la historia de la humanidad, y lo comparan con "Guerra y paz" que para mí es una de las obras literarias más fascinantes jamás escritas.
Llevo leído un cuarto de libro (unas 300 páginas de 1.100), y he de decir que no me acabo de sumergir por completo en la trama, creo que entre otras cosas por culpa del exceso de nombres rusos y lo complicados que me resultan de recordar. Sin embargo, hasta el momento presente hay un par de pasajes que, por sí solos, justifican la compra y hacen que el libro entre en mi Olimpo literario particular. Uno es la narración que hace una madre rusa y judía, de su vida y muerte en un gueto judío. Y el otro es lo que me ha animado a escribir esta entrada: una impresionante y maravillosa disertación sobre la libertad, la condición humana y el futuro del hombre. Me atrevo a reproducirla aquí, y bendito sea Vasili Grossman, que nos hace ver, entender y sentir que sin libertad no hay hombre, y sin hombre no hay libertad. Terrible; terrible y esperanzador:

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Antes del sacrificio del ganado infectado deben adoptarse varias medidas preventivas: el tranporte, la concentración en puntos adecuados, la instrucción de personal cualificado, la excavación de fosas y zanjas.
La población que colabora con las autoridades para llevar el ganado infectado a los mataderos o para capturar los animales dispersos no lo hace por un odio cerval hacia los terneros y las vacas, sino por instinto de conservación.
Asimismos, en los casos de exterminios masivos de personas, la población local no profesa un odio sanguinario contra las mujeres, los ancianos y los niños que van a ser aniquilados. Por ese motivo, la campaña para el exterminio masivo de personas exige una preparación especial. En este caso no basta tan sólo con el instinto de conservación: es necesario incitar en la población el odio y la repugnancia.
Fue precisamente en una atmósfera de odio y repulsión como se preparó y llevó a cabo la aniquilación de los judíos ucranianos y bielorrusos. En su momento, en aquella misma tierra, después de haber movilizado y atizado la ira de las masas, Stalin abanderó la campaña para la aniquilación de los kulaks como clase, la campaña para la destrucción de los degenerados y saboteadores trotskistas-bujarinistas.
La experiencia había mostrado que la mayor parte de la población, tras ser expuesta a empresas similares, está dispuesta a obedecer hipnóticamente todas las indicaciones de las autoridades. Luego hay una minoría particular que ayuda activamente a crear la atmósfera de la campaña: fanáticos ideológicos, sanguinarios que disfrutan y se alegran ante las desgracias ajenas, gente que actúa en beneficio propio en la rapiña de objetos, apartamentos y la ocupación de eventuales puestos vacantes. A la mayoría, sin embargo, le horrorizan las ejecuciones masivas, y esconden su propio estado de ánimo no sólo a sus más allegados, sino a sí mismos. Estas personas llenan salas donde se celebran reuniones dedicadas a las campañas de exterminio pero, por frecuentes que sean las reuniones y grandes las dimensiones de las salas, no existe casi ningún caso en que alguien haya infringido la tácita unanimidad del voto. Y, naturalmente, todavía es más extraordinario que un hombre, ante un perro que acaso tenga la rabia, no aparte la mirada de sus ojos suplicantes, sino que lo acoja en la casa donde vive junto a su mujer e hijos. Sin embargo también hubo casos así.
La primera mitad del siglo XX será recordada como una época de grandes descubrimientos científicos, revoluciones, grandiosas transformaciones sociales y dos guerras mundiales.
Pero la primera mitad del siglo XX entrará en la historia de la humanidad como la época del exterminio total de enormes extractos de población judía, un exterminio basado en teorías sociales o raciales. Hoy en día se guarda silencio sobre ello con una discreción comprensible.
En ese tiempo, una de las particularidades más sorprendentes de la naturaleza humana que se reveló fue la sumisión. Hubo episodios en que se formaron enormes colas en las inmediaciones del lugar de la ejecución y eran las propias víctimas las que regulaban el movimiento de las colas. Se dieron casos en que algunas madres previsoras, sabiendo que habría que hacer cola desde la mañana hasta bien entrada la noche en espera de la ejecución, que tendrían un día largo y caluroso por delante, se llevaban botellas de agua y pan para sus hijos. Millones de inocentes, presintiendo un arresto inminente, preparaban con antelación fardos con ropa blanca, toallas, y se despedían de sus más allegados. Millones de seres humanos vivieron en campos gigantescos, no sólo construidos sino también custodiados por ellos mismos.
Y no ya decenas de miles, ni siquiera decenas de millones, sino masas ingentes de hombres fueron testigos sumisos de la masacre de inocentes. Pero no sólo fueron testigos sumisos: cuando era preciso votaban a favor de la aniquilación en medio de un barullo de voces aprobador. Había algo insólito en aquella extrema sumisión.
Por supuesto, hubo resistencia, hubo valentía y tenacidad por parte de los condenados, alzamientos, incluso sacrificios llegado el caso cuando, para salvar a un hombre desconocido y lejano, otros hombres arriesgaban su propia vida y la de su familia. Pero la sumisión de las masas es un hecho irrebatible.
¿Qué hemos aprendido? ¿Se trata de un nuevo rasgo que brotó de repente en la naturaleza humana? No, esta sumisión nos habla de una nueva fuerza terrible que triunfó sobre los hombres. La extrema violencia de los sistemas totalitarios demostró ser capaz de paralizar el espíritu humano en continentes enteros.
Una vez puesta al servicio del fascismo, el alma del hombre declara que la esclavitud, ese mal absoluto portador de muerte, es el único bien verdadero. Sin renegar de los sentimientos humanos, el alma traidora proclama que los crímenes cometidos por el fascismo son la más alta forma de humanitarismo y está conforme en dividir a los hombres en puros y dignos e impuros e indignos. La voluntad de sobrevivir a cualquier precio se expresa en el oportunismo del instinto y la conciencia.
En ayuda del instinto acude la fuerza hipnótica de las grandes ideas, trabaja también una tercera fuerza: el terror ante la violencia ilimitada de un Estado poderoso que utiliza el asesinato como medio cotidiano para gobernar.
La violencia del Estado totalitario es tan grande que deja de ser un medio para convertirse en un objeto de culto místico, de exaltación religiosa.
¿Cómo si no cabe explicar las posiciones de algunos pensadores e intelectuales judíos que juzgaron necesario el asesinato de los judíos para la felicidad de la humanidad, que afirmaron que, a sabiendas de eso, los judíos estaban dispuestos a conducir a sus propios hijos al matadero para la felicidad de la patria, dispuestos a realizar el sacrificio que en un tiempo había realizado Abraham?
¿Cómo si no cabe explicar que un poeta, campesino de nacimiento, dotado de razón y talento, escribiera con sentimiento genuino un poema que exalta los años terribles de sufrimiento padecidos por los campesinos, años que han engullido a su propio padre, un trabajador honrado y sencillo?
Uno de los medios de los que se sirve el fascismo para actuar sobre el hombre es la total, o casi total, ceguera. El hombre no cree que vaya al encuentro de su propia aniquilación. Es sorprendente que aquellos que se encontraban al borde de la tumba fueran tan optimistas. Sobre la base de la esperanza -una esperanza absurda, a veces deshonesta, a veces infame- surgió la sumisión, que a menudo era igual de miserable y ruin.
La insurrección de Varsovia, la insurrección de Treblinka, la insurrección de Sobibor, las pequeñas revueltas y levantamientos de los Brenner nacieron de la desesperación más absoluta. Pero, naturalmente, la desesperación total y lúcida no generó sólo levantamientos y resistencia: engendró también el deseo -extraño en un hombre normal- de ser ejecutado lo más pronto posible.
La gente discutía por el puesto en la cola hacia la fosa sangrienta mientras en el aire resonaba una voz excitada, demente, casi exultante:
-Judíos, no tengáis miedo. No es nada terrible. Cinco minutos y todo habrá terminado.
Todo, todo engendraba sumisión, tanto la esperanza como la desesperación. Sin embargo, los hombres, aunque sometidos a la misma suerte, no tienen el mismo carácter.
Es necesario reflexionar sobre qué debió de soportar y experimentar un hombre para llegar a considerar la muerte inminente como una alegría. Son muchas las personas que deberían reflexionar, y sobre todo las que tienen tendencia a aleccionar sobre cómo debería de haberse luchado en unas condiciones de las que, por suerte, esos frívolos profesores no tienen ni la menor idea.
Una vez establecida la disposición del hombre a someterse ante una violencia ilimitada, cabe extraer la última conclusión, de gran relevancia para entender la humanidad y su futuro.
¿Sufre la naturaleza del hombre una mutación dentro del caldero de la violencia totalitaria? ¿Pierde el hombre su deseo inherente a ser libre? En esta respuesta se encierra el destino de la humanidad y el destino del Estado totalitario. La transformación de la naturaleza misma del hombre presagia el triunfo universal y eterno de la dictadura del Estado; la inmutabilidad de la tendencia del hombre a la libertad es la condena del Estado totalitario.
He aquí que las grandes insurrecciones en el gueto de Varsovia, en Treblinka y Sobibor, el gran movimiento partisano que inflamó decenas de países subyugados por Hitler, las insurrecciones postestalinianas en Berlín en 1953 o en Hungría en 1956, los levantamientos que estallaron en los campos de Siberia y Extremo Oriente tras la muerte de Stalin, los disturbios en Polonia, los movimientos estudiantiles de protesta contra la represión del derecho de opinión que se extendió por muchas ciudades, las huelgas en numerosas fábricas, todo ello demostró que el instinto de libertad en el hombre es invencible. Había sido reprimido, pero existía. El hombre condenado a la esclavitud se convierte en esclavo por necesidad, pero no por naturaleza.
La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada, pero no aniquilada. El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo. El hombre no renuncia a la libertad por propia voluntad. En esta conclusión se halla la luz de nuestros tiempos, la luz del futuro.

viernes, 16 de noviembre de 2007

El padre de la pa...traña andaluza



EL PADRE DE LA PA…TRAÑA ANDALUZA
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En 1936, durante la Guerra Civil, Blas Infante fue miserablemente fusilado en un injustificable crimen perpetrado por uno de los bandos en lucha; un crimen tan repugnante como otros miles cometidos por ambas facciones en la contienda. Así pues, descansen en paz los asesinados sin justicia ni misericordia, y ojalá nadie muriera nunca por defender sus ideas o sus sueños. Sin embargo, que a uno lo fusilen por sus ideas no añade valor a las mismas, y la ideología de Infante sólo se puede definir como infantil, delirante, resentida y anarco-comunistoide. Lo malo es que, como vivimos en el totalitarismo ideológico “new red-nazionalista” impuesto por la izquierda y tolerado por la derecha cagueta, lo anterior no se puede decir sin que te marquen con una esvástica en la frente.

Lo cierto es que Infante, o Ahmad, como decidió llamarse tras su conversión al Islam, cayó en el olvido hasta que unos listillos lo sacaron de la tumba hace tres décadas para nombrarlo “Padre de la Patria andaluza” (¡ja!, lo siento, pero con estas gilipolleces me da la risa floja) y poder vivir del cuento del nacionalismo campurro. Así se entiende que muchos de esos impresentables, encabezados por Chaves y secundados por Arenas, estén hechos unos basiliscos porque Vidal Cuadras dijo que Infante-Ahmad era un cretino, grotesco y estrafalario. Verán, la libertad en España consiste en que si blasfemas contra Carlos V, Felipe II, Isabel la Católica, el Papa o Jesucristo, eres guay y hay que respetarte; pero si te metes con Guevara, Infante-Ahmad, Mahoma o Sabino Arana, entonces los liberticidas claman por llevarte a la hoguera.

Infante-Ahmad era un idealista cuya idea era una Andalucía de babucha, chilaba y criadores de cabras. Pero en lugar de descalificarlo, nos limitaremos a mostrarles algunos de sus elaborados pensamientos: “Millares de andaluces, moriscos y musulmanes son quemados en las salvajes piras […]. Los Austrias continúan la obra de Isabel”, “no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser europeos. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad: esto es, andaluces, euro-africanos, euro-orientales, […] síntesis armónicas de hombres”, “Europa es el feudalismo […]. Andalucía, el individualismo libertario que siente el comunismo humano, […] el que añoramos todos los taumaturgos”, “el lenguaje andaluz tiene sonidos los cuales no pueden ser expresados en letras castellanas”…Y ahora, sean ustedes quienes juzguen si Vidal Cuadras se pasó, o se quedó corto. Yo, por mi parte, sugiero a los andalucistas y al papanatas de Rajoy que dejen de hacer el ridículo; si tanto veneran a Infante-Ahmad, quizá encontrarían la felicidad recolectando cagarrutas en el desierto.
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La Voz, Jerez de la Frontera, noble ciudad andaluza y española, 17 de noviembre de 2007

Chávez y el átomo

Hermanamiento de "hijoputas" (Chávez/Ahmadineyad). Programa nuclear venezolano a la vista...

¿Es que el resto de naciones libres vamos a dejar que los americanos se tengan que encargar de todos los "atomic-dictadores" del mundo ellos solos?


Dictadores del mundo...¿POR QUÉ NO OS CALLÁIS?

sábado, 10 de noviembre de 2007

El rey de Ceuta y Melilla










EL REY DE CEUTA Y MELILLA
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Ahora que se han calmado un poco las aguas del Estrecho (las superficiales, porque la mar de fondo de Rabat es, como siempre, traicionera y vengativa), la ocasión se presenta ideal para hablar de la Monarquía (española), de Ceuta y Melilla, de traidores e ignorantes y de imbéciles. La Real visita a la España norteafricana ha servido para varias cosas: en lo anecdótico, para que el Gobierno marroquí lance insidias y amenazas, jaleado por los analfabetos traidores del nazismo catalán (a los pobrecitos les hiere la bandera española como el sol a los vampiros, ¡lástima que no les cause el mismo efecto!); en lo patético, para que se demuestre por millonésima vez que la diplomacia española está en manos de inútiles y peligrosos islamófilos (insuperable el tándem “Moratino & Bernardino”, uno haciendo el tonto en Marruecos mientras Marruecos retiraba a su embajador, y el otro comparando Ceuta y Melilla con Gibraltar); y en lo práctico, para ver cuán necesitado está el Gobierno español más antiespañol de todos los tiempos de aparentar que no es el Gobierno español más antiespañol de todos los tiempos.

Sin embargo, lo realmente importante de la visita han sido dos cosas: la primera es que se ha puesto término a un demasiado largo y demasiado hiriente desprecio hacia los ceutíes y melillenses, pero no sólo hacia ellos, también hacia todos los españoles que sentimos y amamos nuestra tierra por igual, los que consideramos que el metro cuadrado más cochambroso que pueda encontrarse en Ceuta es tan español y digno de ser protegido como el más caro y lujoso que haya en la calle Preciados (y la historia dice que eso es así desde hace más de medio milenio, cuando faltaban siglos para que algo llamado Marruecos empezara siquiera a tomar forma; así que los que hablan de “ciudades expoliadas”, “graves provocaciones” o similitudes con la roca que nos robaron los pérfidos mediante engaño y piratería, harían menos el ridículo si callaran).

Y la segunda es que por fin el Rey ha empezado a ganarse el sueldo tras lo que a muchos ha parecido un excesivo período de tiempo viviendo del cuento. No es que a uno la monarquía le despierte gran entusiasmo (de hecho, sería republicano si “república” no fuera en España sinónimo de R al cubo -Rojerío Radical Revanchista-), pero con gusto y alegría reconozco que el viaje del monarca ha sido providencial para una institución que aparentaba estar ya irreparablemente mustia. Así que olé por el Rey, y congratulémonos de que quien amistosamente dijo a un fascista catalán que hablando se entiende la gente, haya hablado esta semana con Ceuta y Melilla; haya hablado, por fin, con España.
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La Voz, Jerez (a dos pasos de Ceuta), 11 de noviembre de 2007

Mi última foto publicada:¡Eurofighter!


©Nadie


El Eurofighter, la joya de la corona de los ejércitos europeos, exhibiéndose en Jerez de la Frontera el pasado día 7. Fue alucinante, y todo un privilegio presenciarlo en vivo.

Imagen publicada en La Voz, el 8 de noviembre.

Mi última excursión aérea


©Nadie


Bosque terciario

reliquia del pasado,

¡superviviente!

Mi última excursión terrestre

©Nadie

Muralla oscura

lienzo primigenio

¡cómo te amo!

domingo, 4 de noviembre de 2007

Pena de muerte

MAFD dijo:

"Únicamente apuntar, una vez más, mi disconformidad con el tema de la pena de muerte, y perdonad que insista en ello, pero es que en ese extremo sí me gusta ser muy beligerante, es decir, creo que hay que diferenciarse nítidamente de ellos. Más allá de que sus muertes sean "ilegales" y las del Estado sean "legales", lo trascendente es que al cabo son muertes ambas y por lo tanto dolorosísimas en todo caso.

No recuerdo en qué película (podría ser "Sin Perdón") se dice que cuando matas a un hombre le quitas no únicamente todo lo que tiene, sino incluso lo que podría llegar a ser... Creo que es cierto. Y quiero que la diferencia fundamental entre ellos y nosotros sea esa: YO NO SOY COMO ÉL. YO NO LO HAGO".


Siento seguir con este tema, mafd, pero quiero aclarar, en la medida de lo posible, mi opinión:

¿Qué castigo justo se le podría haber impuesto a Adolf Hitler o a Stalin o a Pol Pot? No lo hay. La monstruosidad de sus crímenes es tan grande que no hay justicia humana que pueda castigarlos (y te recuerdo que yo soy ateo). Si acaso, aplicándoles mil veces el peor de los suplicios que hicieron sufrir a sus víctimas, se podría conseguir que sus crímenes recibieran un castigo acorde con su inhumanidad, aunque esto sí que nos rebajaría a su nivel, y cuenta con el inconveniente de que habría que encontrar un monstruo que se prestase a llevarlo a cabo. Sin duda, la ejecución no es ni suficiente ni proporcionada, pero no podemos hacer nada más.

La justicia sólo es un acto de reparación simbólica. Hacemos justicia para tranquilizarnos con la idea de que el mundo es un lugar donde impera un cierto sentido del orden y para evitar el "ojo por ojo". Pero la justicia real es imposible. Nadie devolverá la vida de las personas asesinadas ni privará del dolor a sus familiares y amigos.

Nuestro sistema jurídico se basa en el principio de que el criminal no debe ser castigado, sino reeducado para que pueda convertirse en una persona útil a la sociedad. Parte de los ideales de la Ilustración, basados en la eficacia de la educación y la utilidad social (totalmente desfasados, por cierto, ya que no admite la posibilidad de que exista este tipo de monstruos que no admiten reeducación alguna). Sin embargo nuestro ordenamiento jurídico les concede una segunda oportunidad. Ninguno podrá pasar más de treinta años en la cárcel, aunque no se hayan arrepentido de nada de lo que hicieron. ¿Es eso justo? ¿Existe una reciprocidad entre el delito cometido y la pena recibida? Sin duda, no.

Tú tienes la impresión de que sólo la cadena perpetua podría hacer justicia en estos casos, con el gran inconveniente de tener que gastar cantidades ingentes de dinero procedente de contribuyentes honrados (entre los que se encuentran los asesinados y sus familiares) en alimentar y proporcionar a estas alimañas unas condiciones de bienestar de por vida, teniendo que sufrir la apología de lo que hicieron, animando a otros a continuar sus acciones, a brindar con champán cuando vuelven a asesinar, etc.

Quizás, si no tuviese otra alternativa me conformaría con la cadena perpetua con trabajos forzados (obligarles a construir algo por el bien común aunque ello no sea comparable con lo que han destruido), pero ni una sóla concesión más. No se lo merecen.

Aunque sigo pensando que, sin duda, una bala es mejor solución... y más barata.

Hiper marciano


HIPER MARCIANO
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Vamos a empezar con un juego. De la siguiente lista de ciudades en las que podemos encontrar tiendas de una determinada cadena, ¿cuál dirían ustedes que no encaja?: Alfafar, Barcelona, Blanes, Figueras, Gerona, Lloret de Mar, Manresa, San Boi, Tarragona y Jerez de la Frontera… efectivamente, esa que están pensando, pues las demás están en Cataluña (excepto una que está en Valencia, aunque para Carod Rovira eso no suponga la más mínima diferencia). Lo cierto es que cuando cogí la propaganda del buzón y reparé en la lista antedicha, no pude dejar de pensar en la extraña paradoja de que mientras la industria huye de nuestra ciudad como si tuviera la peste, el comercio es atraído por un misterioso e irresistible magnetismo. Es cierto que Jerez no es sólo Jerez, sino un área de influencia que ocupa casi media provincia, pero esa no puede ser la única razón; quizá una saneadísima economía sumergida tenga algo que ver.

Desde que en el año 83 se inaugurara aquí el segundo Hipercor de España, la oferta comercial no ha dejado de crecer en nuestra ciudad (es lo único que ha crecido, junto al paro y al número de enchufados municipales), de modo que llama poderosamente la atención que la mayor variedad planetaria de lugares-donde-gastar-el-dinero-a-espuertas esté, precisamente, en el culo (laboral) del país: ya tenemos Hipercor, 2 Carrefours 2, Leroy-Merlin, Media Markt, Brico Depot y cienes y cienes de Mercadonas, Lidls, Aldis y Pluses, por citar sólo algunos; a eso hay que añadir que pronto vendrán El Corte Inglés, Ikea, Parques 21, el Área Sur, el Área 7… y dicen que la alcaldesa está intentando convencer al Ejército americano para que traslade a Jerez el Área 51, y así negociar con los marcianitos un centro comercial galáctico para el sector meridional de la Vía Láctea. No es que lo anterior sea negativo, pues cualquier tipo de negocio que se instale en nuestra ciudad es causa de alegría, pero hay que tener claro que no serán las tiendas lo que nos saque de la miseria. De momento, dicen los expertos que el Área Sur generará unos 1.500 puestos de trabajo, o entre 3.000 y 3.000.000 si es la alcaldesa quien hace los cálculos (al final todos los jerezanos acabaremos de cajeros o reponedores, pero bueno, menos da una piedra).

Con tanta tienda y centro comercial, no es extraño que nuestra provincia sea la que registra el ahorro familiar más bajo de toda España, aunque, en realidad, ¿a quién le importa? Andemos nosotros calientes con nuestras pantallas de plasma de 100.000 pulgadas, y ríase la gente; y el día que nos tengamos que comer las pulgadas con patatas, quién sabe, a lo mejor resulta que el plasma calentito está rico. ¡Buen provecho!
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La Voz, Jerez, 4 de noviembre de 2007