domingo, 18 de marzo de 2007

Nuclear no. Molinos tampoco


NUCLEAR NO. MOLINOS TAMPOCO


Dicen que el viento de levante lo puede volver a uno loco si pasa mucho tiempo en la zona del Estrecho, pero es una exageración, pues siendo cierto que se ven muchos colgaos al pasar por allí, no son más de los que se encuentran en cualquier otro sitio. Sin embargo, lo que sí hace de maravilla el levante, además de achicharrarnos en verano, es mover las aspas de los molinos de viento, que ahora se llaman “aerogeneradores” porque moler, lo que se dice moler, ya sólo muelen pájaros despistados. A pesar de la inmensa cantidad de viento de la que disponemos en nuestra tierra, la comunidad andaluza es actualmente la sexta productora de energía eólica del país, con un ridículo 5,2% del total, pese a tener un 18% del territorio; valga como comparación que Galicia produce cuatro veces más ocupando tres veces menos. No obstante, parece que no habrá que esperar a la decimoquinta modernización para que algo cambie por fin en el aprovechamiento que de dicha energía se hace en nuestra comunidad: se prevé que en los próximos tres años la capacidad de producción se multiplique casi por seis, y se reduzca un poco la diferencia existente entre las ocho provincias, brutalmente favorable a Cádiz por el mismo motivo por el que los surfetas peregrinan a Tarifa. Así, pese a la traición de Montilla, cordobés renegado y vendido al nacionalismo catalán que trató por todos los medios de reducir en un 50% la capacidad de aerogeneración que establecía el Plan Energético Andaluz, nuestros páramos se irán cubriendo de ventiladores lentamente para desesperación del ecologismo de pegatina y de ignorancia supina. Y es que, aunque la energía eólica era un tótem sagrado de los ecologistas, un día se dieron cuenta de que:
1) Estropea el paisaje.
2) Deteriora el medio (hay que construir UN camino para CADA molino).
3) Tritura aves.
y desde entonces ya no les gusta.
El problema, obviamente, es que aún no existe la tecnología capaz de producir energía a coste ambiental cero, que es lo que exigen los gritones que no se privan de nada (como Al Gore, que anuncia el Apocalipsis mientras gasta veinte veces más energía que una persona “normal”). Por ello, pese a lo antedicho, Andalucía está camino de perder otra bonita oportunidad, en este caso la de los parques eólicos en el mar, que de un plumazo acabarían con gran parte de los inconvenientes de los situados en tierra. Y todo ello porque algunos bobos creen que los atunes van a chocarse con los pilares, o que los guiris van a dejar de venir a jugar al golf y coger cáncer de piel por el simple hecho de que se vean, si se ven, lejanos molinos en el horizonte. Además, mira por dónde, en este rechazo sí que están unidos PP y PSOE. Lástima que sólo se junten para la falacia y la idiotez.
La situación es, por tanto, la siguiente: aumento constante de la demanda de energía, y aumento constante del rechazo a los sistemas de producción de esa energía. Así, de seguir en su obcecación los verdes radicales y los políticos ineptos (hay uno por ahí, enviado de los demonios para destruir la nación, que no se quita de la cabeza acabar con nuestra exigua producción de energía nuclear), acabaremos volviendo a alumbrarnos con velas. Llegado el caso no desesperen, que no todo será tan malo: aunque estemos estrellados, podremos ver mejor las estrellas.
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La Voz, Jerez, 18 de marzo de 2007, día de levante fuerte en el Estrecho.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues esta vez no voy a poder coincidir contigo. Me explico:

Debo reconocer que tengo un conocimiento bastante limitado de las afecciones medioambientales que los distintos métodos de generación de energía producen, más allá de las quejas demagógicas que en la mayoría de los casos se exponen. Por lo tanto, no será mi caso. Tan sólo hablo desde la experiencia personal y de lo que conozco de la aplicación de mis propios conocimientos profesionales en el campo del urbanismo, fundamentalmente centrado en áreas eminentemente rústicas.

Los aerogeneradores, o los llamados “parques eólicos” implican efectivamente una agresión muy notable al medio natural donde se implantan, y justamente por las causas que Nadie expone en su columna.

Hay que recordar que estos “parques” suelen ubicarse, precisamente para mejorar su rendimiento, en áreas especialmente sensibles a impactos visuales y paisajísticos (sierras, crestas, cornisas naturales) donde el viento presenta mayor velocidad y donde el perfil histórico queda dramáticamente modificado para siempre.

La mortandad de las aves no es, en absoluto, despreciable. Hay que tener en cuenta que la velocidad del extremo de las aspas es elevadísima, aunque perceptualmente no lo parezca a la vista del movimiento que percibimos cuando pasamos junto a uno de dichos parques. Los animales confían en su capacidad para pasar y se ven literalmente degollados.

Por último, la apertura de caminos para los tendidos de las líneas eléctricas que transporten los megavatios generados son una agresión más al medio natural. Baste con indicar que una de las primeras medidas protectoras que se imponen en los espacios protegidos es la prohibición taxativa de la apertura de nuevos caminos.

Por todo ello, me parecen más que justificadas las prevenciones ante la energía eólica, más allá de la demagogia barata de los ecologistas de salón, que siempre los hay.

De veras que no sé si el impacto de la generación hidroeléctrica, nuclear, térmica o solar es mayor, menor o igual que la eólica, pero lo que sí puedo garantizar es que ésta (la eólica) no es precisamente lo que se podría clasificar como “energía limpia”

Nadie dijo...

En primer lugar...¡BIENVENIDO, MAFD!, ¿dónde te habías metido? Seguro que escondido en algún lugar de la sierra de Guadarrama, pillín. Me (nos) alegro (alegramos) mucho de que hayas dado señales de vida.
Aunque tú no coincidas conmigo, yo sí que coincido plenamente contigo, pues si bien la mayor parte de la columna habla de la energía eólica en tierra, lo subyacente es más bien una defensa de los parques eólicos marítimos, que desde un punto de vista medioambiental, opino que sólo tendrían el problema de la mortandad de aves (que probablemente también se vería disminuido).
Aunque estoy convencido de que, al menos durante las próximas décadas, hasta que se perfecciones algunos sistemas novedosos, lo único que nos salvará del desastre será la energía nuclear. Diga lo que diga Zp.

Anónimo dijo...

Nada. ¡que no hay forma!. Finalmente debo volver a coincidir contigo. Especialmente en el último párrafo.

PD: Gracias por el afectuoso saludo. Me he mantenido en un silencioso segundo plano, pero siempre presente. No ha faltado un sólo día en que no me asomara al cálido sol de este maravilloso islote de libertad...