sábado, 18 de agosto de 2007

La otra vacuna


LA OTRA VACUNA
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Tras el pinchazo, el bebé llora desesperadamente, patalea, sufre y, sin embargo, nadie sería tan necio como para acusar al padre de haberlo tratado cruelmente. Ha sido una agresión, sí, el niño no entiende porqué papá permitió que le pinchasen, por qué incluso colaboró con el malvado hombre de la aguja. ¡Pobrecillo!, no está preparado para entender los motivos, pero sí lo está su padre, y eso es lo que importa en realidad, pues sabe que ha hecho lo mejor que podía hacer por su hijo y, aunque le duele verlo sufrir, no se arrepiente. Acepta un mal menor en el presente para evitar males mayores en el futuro. Todo el mundo lo entiende, todos están de acuerdo, no hay debate social sobre la conveniencia de ahorrar ese sufrimiento al pequeño… ¿por qué, entonces, nadie parece comprender que preparar a los jóvenes para afrontar la vida con éxito también implica infligirles cierto grado de sufrimiento mental y espiritual? Es algo que siempre se había entendido, hasta que llegó la ola de estupidez y bobería que nos ahoga en el presente.
A los cachorros humanos no sólo hay que darles la mejor protección posible contra las enfermedades del cuerpo, sino que es nuestra misión prepararlos para enfrentarse con éxito a la sucesión de duras pruebas que es la vida; eso es, en esencia, educar, algo que va mucho más allá de los conocimientos académicos. Y lo cierto es que, en determinados ámbitos, conseguir el objetivo sólo es posible siguiendo exactamente la metodología de las vacunas: administrando al “paciente” una versión debilitada del mal, para que cree sus defensas y pueda luchar contra ese mismo mal cuando ataque de verdad con todos sus ejércitos. Por ello, si alguien cree que hará felices a sus hijos desterrando la palabra NO, accediendo a cualquier demanda, evitando todo tipo de enfrentamiento, negándose a ejercer la autoridad, evitando imponer disciplina, y protegiéndoles absolutamente de toda frustración, ha de saber dos cosas: primera, que es idiota, y segunda, que está garantizando que el angelito de hoy será el insoportable, irascible, inadaptado, inútil, antisocial y egoísta de mañana.
Así pues, ¿quieren hacer un favor a sus hijos y a la sociedad? Ignoren a los listillos ultrapermisivos que les acusen de ser malos padres, y hagan la guerra a sus pequeños cuando convenga, porque sólo así estarán preparados para defenderse cuando el mundo les haga la guerra a ellos. Quien se abstenga cobardemente de luchar en la primera batalla, estará asegurando la derrota de sus amados retoños en la segunda.
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La Voz, Jerez, 19 de agosto de 2007

2 comentarios:

Anónimo dijo...

OLE ahi.
Al 100% de acuerdo. Pero tal como va la cosa mas vale que vayamos entrenando a nuestros retoños a lo espartano, de modo que puedan enfrentarse en un futuro a las multitudinarias hordas de los hijos de la estulticia.

Un saludo desde Wichita, Kansas. Las llanuras de la libertad.

Nadie dijo...

¡Querido Little Highlander!, ¡qué alegría tener noticias tuyas!
Desde luego que hay que entrenar a los nuestros en lo espartano. Sabrán tener poco y valorarlo mucho. Los otros tendrán mucho y lo valorarán poco. Y cuando llegue el día en el que empiecen a perder cosas, se hundirán en la mierda, los pobres.
Estoy viendo "El mundo", y leo unas declaraciones de esa luminaria de la inteligencia humana que es Maradona:
"Odio todo lo que venga de Estados Unidos, lo odio con todas mis fuerzas. Entonces todo lo que haga Fidel (Castro), todo lo que haga Chávez será para mí lo máximo"

Frases como esta, dichas por personas como esta, contribuyen a renovar mi aprecio y estimación por los Estados Unidos de América. Afortunado tú que andas medrando por allí. Saludos a los Wichitanos, a los Kansosos, y a todos los yanquis.
Y besitos para esa que está más cerca de mí en la distancia, pero más cerca de ti en el corazón.
Un abrazo, amigo, y ven pronto, que mis codos y mis rodillas ya te echan de menos.
Nadie