sábado, 3 de enero de 2009

Año nuevo, guerras viejas

Comenzó el año nuevo y el mundo sigue girando de la misma manera, los políticos nos engañan igual que siempre, y la crisis no es más grande ni más pequeña que antes de las uvas, aunque se puede decir sin temor a equivocarse que cada día falta un día menos para que acabe. No haré un balance del año 2008, pues ya hay montones de analistas que cobran montones de billetes por decirles a ustedes lo que, salvo casos de amnesia, ya saben. Además, el balance que vale es el que haga cada uno. En todo caso, hemos venido aquí a hablar del año nuevo, no del viejo.

Nuevas guerras nos esperan, y la primera acaba de estallar en Israel. Es horrible lo que está haciendo el Estado judío, pero no es más de lo que haría cualquier otro estado si su integridad y su seguridad se vieran atacadas día tras día por asesinos fanáticos y mentirosos; quizá lo que no tenía que haber hecho es abandonar la Franja de Gaza hace tres años: total, para lo que ha servido. No me gusta nada lo que están haciendo los de la Estrella de David, no me gusta ver niños heridos o muertos; a los israelíes, seguramente, tampoco les gusta. Quizá haya otra manera de hacer las cosas, Quizá sea imperativo hacer las cosas de otra manera, pero cuando un bando no acepta el diálogo sino tan sólo la aniquilación, cuando no respeta sus compromisos ni se atiene a regla ni mandamiento alguno, ¿qué opciones quedan? No sé la respuesta, pero sí sé que el odio se aviva hasta lo indecible. Por otra parte, ¿acaso no llevamos ya más de medio siglo con ese odio indecible? Pase lo que pase, en una década o un milenio, los musulmanes tendrán que aceptar la existencia de Israel o procurar su destrucción total; las personas de buena voluntad desean sin duda lo primero. Europa, como siempre, está dividida; España, como siempre, hace el ridículo por boca de Moratinos; Y Obama, demostrando inteligencia, calla: aún no es Presidente, y no debe hablar hasta que lo sea.

La miseria no sale de África, y el continente se sigue desangrando empezando por el Congo. América del Sur sigue su viaje a ninguna parte, su rancio camino hacia la nada, con pocas excepciones como Colombia. Ninguna alegría más grande que la liberación de Ingrid Betancourt, ninguna pena mayor que su abrazo y comprensión con Hugo Chávez: hay misterios dentro de un cerebro humano mayores que el misterio del origen del Universo. China seguirá imparable, hasta que domine el mundo o reviente, que también es posible. Y mientras pasa todo esto, a los españoles nos dicen que seamos optimistas. ¿Cómo puede ser optimista quien no tiene trabajo ni pan para sus hijos? Habrá que preguntárselo a Rodríguez la próxima vez que vaya a la televisión: sin duda es una cuestión más interesante que el precio de un café.


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La Voz, Jerez, 4 de enero de 2009. Feliz año nuevo, y a ver cuántos llegamos a ver 2010

2 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

El artículo estupendo; el panorama, desolador.

Nadie dijo...

Gracias, Enrique, se te echa de menos por aquí. Feliz año nuevo, y déjate de panoramas desoladores: ¿acaso no has oído que Solbes ha dicho que 2009 va a ser un buen año?, ¿qué más necesitas para creer en un futuro mejor?, ¿es que, quizá, has pillado alguna vez a algún ministro o presidente socialista en una mentira?...¡Venga ya!
:)