DIGNOS DE LÁSTIMA
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Este domingo tocaba hablar sobre las elecciones municipales, incluso les iba a desvelar, como colofón, mi voto, pero, ¿saben qué?, se me han quitado las ganas. Me he cansado de risas de cartón piedra y mentiras de altos vuelos rebozadas en basura, y de tanto pensar en los políticos he llegado a la conclusión de que, si no fuera porque nos pueden joder la vida (de hecho, muchos lo hacen), deberían dar más pena que otra cosa:
Por cuatro votos hacen el ridículo, y algunos hasta venden a su madre; se pasan los ratos libres ensayando sonrisas ante el espejo, pero pocos consiguen superar la mueca patética; unos días tragan sapos, y otros, ruedas de molino; practican el deporte de la mentira, y con el tiempo confunden sus falacias con la realidad; llegan tarde a casa y se pierden el crecer de sus hijos, porque tienen que reunirse con gente que no soportan, o presidir actos intrascendentes que han de parecer importantes; les llueven falsos amigos mientras los verdaderos se pierden por el desagüe; no son libres de decir lo que piensan, so pena de ser defenestrados; se rodean de aduladores que les aíslan del mundo real y, a veces, devorados finalmente por su personaje, acaban haciendo el grito de Tarzán como Johnny Weismuller en los estertores de su demencia senil…No, no les envidio, sino que les compadezco. Puede que algunos sean poderosos, pero su poder no es nada comparado con la gracia de ser libre y anónimo, con la infinita riqueza de disponer de tu vida, tus palabras y tu tiempo.
Únicamente los políticos para los que nadar en el cenagal es un sacrificio por los demás (y no un premio a costa de los demás), aquellos que con valores morales trabajan por el bien común, deberían ser admirados por todos. No digo que en Jerez no haya ninguno de esos, pero da la impresión de que, si existe, se camufla a la perfección.
Por cuatro votos hacen el ridículo, y algunos hasta venden a su madre; se pasan los ratos libres ensayando sonrisas ante el espejo, pero pocos consiguen superar la mueca patética; unos días tragan sapos, y otros, ruedas de molino; practican el deporte de la mentira, y con el tiempo confunden sus falacias con la realidad; llegan tarde a casa y se pierden el crecer de sus hijos, porque tienen que reunirse con gente que no soportan, o presidir actos intrascendentes que han de parecer importantes; les llueven falsos amigos mientras los verdaderos se pierden por el desagüe; no son libres de decir lo que piensan, so pena de ser defenestrados; se rodean de aduladores que les aíslan del mundo real y, a veces, devorados finalmente por su personaje, acaban haciendo el grito de Tarzán como Johnny Weismuller en los estertores de su demencia senil…No, no les envidio, sino que les compadezco. Puede que algunos sean poderosos, pero su poder no es nada comparado con la gracia de ser libre y anónimo, con la infinita riqueza de disponer de tu vida, tus palabras y tu tiempo.
Únicamente los políticos para los que nadar en el cenagal es un sacrificio por los demás (y no un premio a costa de los demás), aquellos que con valores morales trabajan por el bien común, deberían ser admirados por todos. No digo que en Jerez no haya ninguno de esos, pero da la impresión de que, si existe, se camufla a la perfección.
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La Voz, Jerez, 20 de mayo de 2007. Falta una semana para las municipales menos municipales de nuestra breve historia democrática.
3 comentarios:
Chaval, "tas equivocao".
¡A ver si el Rodrigo este va a ser uno de esos políticos desorientados de los que hablas, haciendo su particular grito de Tarzán! JA, JA, JAAAAA.
En referencia al comentario, efectivamente, creo que son en gran parte de los casos, dignos de lástima. Y no sólo ellos, sino en mayor medida sus familias, y lo digo con conocimiento de causa. Tengo un hermano casado con una candidata a la Asamblea de Madrid, en un puesto por el que no va a salir elegida, con total seguridad, y pese a ello, la vida familiar se resiente inexorablemente, por la multitud de actos públicos a los que tiene que concurrir, y todo para pronunciar una serie de eslóganes aprendidos y dictados directamente desde Ferraz o Génova (dependiendo).
En fin, una pena.
No obstante, aún a riesgo de repetirme, creo que (tristemente) vuelven los tiempos del heroísmo de un buen puñado de políticos anónimos en el Pais Vasco. Para ellos todo mi reconocimiento, respeto y admiración...
Ojalá ese heroísmo se viera recompensado, pero me temo que, en una sociedad de cobardes, el héroe es despreciado.
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