Junto a la corrección política, el lenguaje estúpido para feminist@s retrasad@s, el escupitajo a los católicos, y algunas otras cosas igual de edificantes, uno de los más exitosos mamarrachos de la actualidad es el relativismo moral, aberración del alma puesta de moda por los nazionalistas (y todos los payasos que les siguen el juego) cuando trataron, no sin éxito, de convencer a la gente de que tan víctima era el que disparaba su nuca contra la pistola del terrorista, como el propio terrorista, y que tan injustamente sufrían los hijos que crecían sin madre gracias a los patriotas vascos, como las madres de patriotas vascos que tenían que coger un autobús para ir a ver a los hijoputas de sus hijos a la cárcel.
De la mano del relativismo, y a medida que se acercan las elecciones, se advierte que una parte de la población ha decidido situarse, o decir que se sitúa, en la equidistancia. Por ejemplo, casi todos los días leo columnas de opinión en las que la tesis principal es que no vivimos en el país de las maravillas que nos vende Zp, pero que la cosa tampoco es como para que el PP se convierta en agorero del Apocalipsis. La tesis es, por supuesto, perversa de raíz, pues pone al mismo nivel la imbecilidad suicida del Presidente y sus secuaces (basada en una ceguera interesada), y las advertencias que hace el PP sobre lo que se nos viene encima (que no son agüeros, porque se basan en lo que ya tenemos encima). Al PSOE le han sobrado seis meses de legislatura, y ahora tiene que convencer a los votantes de que no hay crisis, de que no va a volver a ser tiernecito con la ETA, y de que estar de luna de miel permanente con los gobiernos más cutres del planeta es mejor que ser respetados por Alemania, Francia o Estados Unidos. Por si acaso, y como no están muy seguros de lograrlo, han calculado que el voto de un idiota cuesta 400 euros.
El PP, por su parte, ataca por el flanco de la economía, que es su punto fuerte en el imaginario colectivo. Así, además de abogar por la defensa de la Nación española, la igualdad entre todos los ciudadanos, la educación sin inocular odios, el respeto a la ley, y las actuaciones basadas en el interés general y el sentido común (cuestiones todas ellas que parecen traérsela floja al grueso de la población), ha apostado por Manuel Pizarro como fichaje estrella. El hombre tuvo un grandioso éxito en la gestión privada, y fue grandiosamente recompensado por ello. Se entiende, por tanto, que los socialistas lo aborrezcan y no le perdonen ni una cosa ni la otra; es normal, cuando lo único que tienes para enfrentar a un magnífico gestor privado es un triste gestor público que siempre supedita sus ideas a los intereses sectarios de sus amos.
De la mano del relativismo, y a medida que se acercan las elecciones, se advierte que una parte de la población ha decidido situarse, o decir que se sitúa, en la equidistancia. Por ejemplo, casi todos los días leo columnas de opinión en las que la tesis principal es que no vivimos en el país de las maravillas que nos vende Zp, pero que la cosa tampoco es como para que el PP se convierta en agorero del Apocalipsis. La tesis es, por supuesto, perversa de raíz, pues pone al mismo nivel la imbecilidad suicida del Presidente y sus secuaces (basada en una ceguera interesada), y las advertencias que hace el PP sobre lo que se nos viene encima (que no son agüeros, porque se basan en lo que ya tenemos encima). Al PSOE le han sobrado seis meses de legislatura, y ahora tiene que convencer a los votantes de que no hay crisis, de que no va a volver a ser tiernecito con la ETA, y de que estar de luna de miel permanente con los gobiernos más cutres del planeta es mejor que ser respetados por Alemania, Francia o Estados Unidos. Por si acaso, y como no están muy seguros de lograrlo, han calculado que el voto de un idiota cuesta 400 euros.
El PP, por su parte, ataca por el flanco de la economía, que es su punto fuerte en el imaginario colectivo. Así, además de abogar por la defensa de la Nación española, la igualdad entre todos los ciudadanos, la educación sin inocular odios, el respeto a la ley, y las actuaciones basadas en el interés general y el sentido común (cuestiones todas ellas que parecen traérsela floja al grueso de la población), ha apostado por Manuel Pizarro como fichaje estrella. El hombre tuvo un grandioso éxito en la gestión privada, y fue grandiosamente recompensado por ello. Se entiende, por tanto, que los socialistas lo aborrezcan y no le perdonen ni una cosa ni la otra; es normal, cuando lo único que tienes para enfrentar a un magnífico gestor privado es un triste gestor público que siempre supedita sus ideas a los intereses sectarios de sus amos.
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La Voz, Jerez, 10 de febrero de 2008. Faltan 28 días para salir de dudas: comenzar la reconstrucción, o concluir la demolición
4 comentarios:
Quizá los que no escriban en prensa no calibren bien la generosidad que tiene este artículo tuyo de hoy. En vez de nadar y guardar la ropa, de mirarte en el espejo las poses, vas al meollo del asunto, recto como un flecha. Gracias.
Gracias a ti, Enrique, por sobrevalorar tan cariñosamente mis artículos.
Realmente, la supremacía mediática de la izquierda es tan manifiesta que asusta. El poder de influencia en la gran masa de votantes es abrumadora. Ejemplos:
Este fin de semana ha sido noticia el manifiesto firmado por los "artistas" de siempre, a los que se han añadido algunos nuevos agradecidos por las nuevas migajas que recibirán del canon digital que les vamos a pagar entre todos. Están en su derecho de pensar y decir lo que les parezca (ese mismo derecho que se discute a otros, como por ejemplo la iglesia católica), pero lo que no es presentable es la sarta de insultos y descalificaciones que entre risas y aclamaciones escupió el impresentable de José Luis Cuerda.
Otra: el ínclito doctor Montes parece el mismísimo doctor House, pero en bueno. Ha sido convertido en bandera contra Esperanza Aguirre y, por ende, contra Mariano Rajoy, por aquellos mismos que hace dos años pusieron el grito en el cielo por la cantidad de muertes que se estaban produciendo en las Urgencias del Severo Ochoa de Leganés. Ahora, sale hasta en la sopa y tengo entendido que están pensarlo en proponer el cambio de nombre del hospital para llamarlo Hospital SuperMontes...
Los ataques a la iglesia Católica, la entrevista (interrogatorio) de Gabilondo a Rajoy (habrá que ver hoy como "se la come" a ZP), el agobio mediático (La 1, La 2, Telecinco, La Cuatro, La Sexta,....), etc... ¡¡Pobre Rajoy!!, ¡¡Lo tienes crudo...!!
¡¡Menos mal que aún nos quedan Raúl y Guti!!, ¡¡Jódete Luis Aragonés!!
¡¡¡Maikeeeeeeeelllll!! ¡¡VUEELVEEEEEEEEE!!
Pues parece que se está haciendo "musho de rogá", mafd. Mira que he probado a no abrir la boca, que he colgado los condones olímpicos del PZOE, que le dejaba a huevo meterse conmigo... No sé qué más hacer.
Maikel, vuelve, vuelve a casa aunque no sea Navidad.
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