lunes, 8 de septiembre de 2008

Vida y destino

Vasili Grossman

Ha sido aclamada con razón por mostrarnos un retrato frío, húmedo, doloroso y triste de la Rusia de la Segunda Guerra Mundial, y con él de las miserias y grandezas del alma humana; Las miserias a la hora de hacer el mal, y las grandezas a la hora de resistirlo y sobreponerse. Es un libro intimista sobre las tragedias personales de sus protagonistas. Muchas y largas páginas que se me han hecho pesadas como una larga digestión tras un atracón excesivo, por más que lo he leído con toda la buena predisposición que me ha sido posible. Es como una noche nublada en la que, cada cierto tiempo se abre un claro y ves una preciosa estrella fugaz: algunos párrafos son grandiosos, pero se diluyen en el casi tedio de las mil páginas de la obra. Quizá se parece demasiado a la realidad.
Ha sido repetidamente comparada con “Guerra y paz”, pero pienso que no está a la altura de la obra maestra de Tolstoi. Si “Vida y destino” es una de las grandes novelas del siglo XX, “Guerra y paz” es una de las grandes novelas de todos los tiempos; tan profunda en el análisis del alma humana, pero más luminosa, y muchísimo más entretenida. Hace muchos años que la leí, y aún recuerdo con cariño los nombres de Nikolai Rostov, Natasha Rostova, Andrei Bolkonski…y, sin embargo, acabo de terminar de leer la novela de Grossman, y a duras penas recuerdo algunos de los complicadísimos nombres rusos que no paraban de repetirse página tras página y a los que nunca fui capaz de tener totalmente identificados.
En “Vida y destino” no sólo se sufren las desgracias de la guerra contra el invasor alemán, sino que se padecen, sobre todo, la represión y la miseria del propio régimen comunista contra sus ciudadanos. Doble sufrimiento el de los rusos, doble dolor. Y gran oportunidad de desengañarse para aquellos que aún otorgan un ápice de idealismo o romanticismo a regímenes de ese tipo.
En el horizonte de mis lecturas, y cuando esta larga digestión se complete, “Archipiélago GULAG II”, del gran Sholzenitsin.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece una crítica muy acertada, es decir, la novela tiene momentos muy lúcidos, pero que se difuminan entre lo vasto del conjuto que pretende abarcar. Sinceramente, no he leído "Guerra y Paz", pero por las referencias que tengo me temo que no es comparable a ésta.

No obstante, he de decir que, en líneas generales, me gustó bastante y me sirvió para descubrir algunos puntos oscuros que desconocía del siniestro régimen stalinista, aunque nada que no pudiera imaginar: Una sospecha de crítica te llevaba al exilio, la tortura o la muerte, de la misma manera que una simple llamada del dictador te encumbraba a las más altas cotas de la distinción y reconocimiento social: ese es el modelo político que durante muchos años se ha idealizado en este pais.

Ojo, que a poco que se olvide, habrá muchos dispuestos a entonar un vibrante panegírico en honor del carnicero...

Díaz de Vivar dijo...

No he leído a Grossman (ni tengo en mente leerlo a medio-largo plazo, aunque nunca se sabe) a Solzhenitsin y su Archipiélago Gulag los dejo para inicios del año próximo pero tengo que decir que los escritores rusos me gustan y eso que, creo recorda así de sopetón, sólo he leído a Dostoievski (El jugador) y Tolstoi (Anna Karenina -me encantó-).

Muy ruso no es pero algo de haber "mamado" ese "idilio" con el "paraíso" ruso es el libro que esta misma tarde he comenzado: La ciudad que fue. Barcelona, años 70, de Federico Jiménez Losantos. Promete...

Nadie dijo...

Estuve a punto de comprar el libro de Losantos hace unos meses, pero al final lo dejé para mejor ocasión.
Todo es opinable, desde luego, y más en cuestión de arte, pero a mí "Guerra y paz" me parece infinitamente mejor que "Anna Karenina". De hecho, si hubiera leído antes esta última, quizá nunca hubiera leído la primera. "Guerra y paz" está en mi escala literaria por encima de Shakespeare y Cervantes (¡que nadie me mate, por favor!), a un nivel al que tan sólo llegan Homero y pocos más. Naturalmente, es la opinión de un simple aficionado a la lectura, que nadie se rasgue las vestiduras, que doctores tiene la Iglesia para opinar seriamente sobre todas las cuestiones.
de Dovstoieski recuerdo "El idiota", "El jugador" y "Crimen y castigo". Las tres me gustaron, pero ninguna me cautivó, como tampoco lo hizo "La madre", de Gorki; sin embargo, leí una vez un cuento de Korolenko que es, sin duda, y junto a "El caudillo de las manos rojas" de Quevedo, mi cuento favorito; se trata de "La necesidad".

Por cierto, Paco C., anímate y comparte tus opiniones con todos nosotros, que aquí serás bien recibido, bien tratado, y bien respondido.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Nadie, te recuerdo que yo lo tengo. Cuando quieras te lo paso.

Nadie dijo...

Tomo nota.