“La derecha, como la Iglesia […], está en posesión de la verdad, una tabarra de mucho cuidado, un modo muy eficaz de joder al prójimo”, “la izquierda [en cambio] coincide con un ideario progresista, que avanza en contra del conservadurismo”. Lo que acaban de leer entrecomillado no son palabras de Pestiño Blanco en un mitin del PSOE, sino parte de una guía didáctica (*) [(*) = perdonen que pare un momentito para partirme de la risa… ya está] dirigida a los alumnos andaluces de ESO, elaborada con criterios “estrictamente educativos y culturales” (*), “promoviendo el espíritu reflexivo y crítico de los estudiantes” (*), y que “no obedece a intereses de índole partidista” (*); eso, al menos, es lo que dicen en la Fundación Caballero Bonald sobre el panfleto que concentra el ideario destilado de su presidente, el propio Bonald. En el PP están indignados, y han tachado la selección de textos de “sectaria, partidista y radical”, lo cual, leído lo leído, parece poco. En realidad, lo lógico sería que las indignadas fueran todas las personas de bien que creen que entre las acepciones de la palabra “libertad” deberían estar incluidas la de no ser de izquierdas y la de llevar a los hijos al colegio para que les enseñen a leer, escribir y pensar, y no a ser radicales ignorantes. Parece ser, pues, que la guía es una avanzadilla de la “educación en la ciudadanía”, asignatura que consiste en invadir las mentes de los niños para convertirlos en pequeños camaradas zapateritos, en mini-bonalditos que repetirán sin cesar las ridículas y falsas consignas del pensamiento único. No crean ustedes que me molesta que Bonald compita con la bruja Lola para ver quién dice más chorradas. Al contrario: me parece fantástico que se despache a gusto contra la derecha, contra las gaviotas reidoras o contra el viento de levante. Lo que me subleva es el abuso indecente de que lo haga con fondos públicos, utilizando el dinero de todos para ir contra una parte, y disfrazando de pedagogía sus inyecciones en vena de adoctrinamiento soviético.
Por otra parte, la semialcaldesa Sánchez no ha perdido la ocasión de hacer el ridículo con sus zafias declaraciones (es decir, las habituales) y ha dicho al respecto que el PP tiene que aclarar si está “con la cultura o con la censura”, y que “a la derecha no le gusta el libre pensamiento”. Antes de hablar de libre pensamiento, Sánchez debería dominar el pensamiento a secas, así que la ayudaremos aclarándole que lo que disgusta a la derecha y ofende a la decencia es que las instituciones públicas se dediquen a sufragar propaganda izquierdista en las escuelas. ¿Quiere la regidora un ejemplo de libre pensamiento de verdad? Aquí lo tiene: yo mismo, criticándola; sin que nadie que esté en desacuerdo tenga que contribuir económicamente a que mis columnas sean posibles; sin que tenga que leerme quien no quiera hacerlo; con la opción de comprar otro periódico a partir de mañana mismo; con la facultad de escribir cartas al director en mi contra, y hasta con la posibilidad de sustituirme en este espacio, para lo cual sólo necesitarán escribir columnas mejores que las mías. Eso es libertad y democracia, Sánchez, y no el gulag mental en el que nos queréis encerrar a todos.
Dice Bonald en su libelo que el “señor Bush […] se comunica directamente con Dios”, y quizá sea esa la clave de su amargor: le envidia porque él sólo llega hasta el fantasma de Pol Pot en sus conferencias con el más allá. Lástima, señor, que no caballero, Bonald, lo siento por usted, y créame cuando le digo que no me importa que siga dando la tabarra cuanto quiera. Pero, por favor, no joda al prójimo: no lo haga con dinero público.




©NADIE




No nos engañemos: APOCALYPTO es una película de acción. Ni más ni menos. Sólo que no hay pistolas, metralletas, bombas ni GPS, sino arcos, lanzas y cuchillos de obsidiana. Acción hipnótica que nos transporta en el espacio y en el tiempo hasta el ocaso de una civilización y un mundo que nunca, por suerte y por desgracia, volverá. Aunque algo de Garra de Jaguar quedará dentro de nosotros para siempre.




No sé si la ministra se basa en datos, o únicamente busca justificaciones para el desastre de política de su ministerio. Los datos, como se sabe, son datos, pero se pueden emplear según interese exponiendo unos y ocultando otros, por ejemplo.






a la que habíamos perdido la pista desde que la conocimos en
En cuanto a la película, decir que me resultó entretenidísima; la competición a muerte entre dos magos que luchan no sólo por ser los mejores, sino por destruirse mutuamente haciendo lo que haga falta, ya sea truco o realidad. Nada es lo que parece en esta película. Y nadie es totalmente bueno en ella, aunque alguno sea totalmente malo. Parábola, quizá, sobre lo que supone entregarse en exceso a la profesión, toda la cinta es un gran fuego de artificio en el que bajo el envoltorio del truco de magia subyace una reflexión sobre la obsesión, la degeneración del espíritu (una corrupción progresiva digna del mejor Dorian Gray), la renuncia, el sacrificio y el sufrimiento disfrazado de éxito.









