miércoles, 17 de enero de 2007

La bandera de Clint Eastwood



Construir una película sobre el icono que representa una fotografía no es fácil, al menos no debe habelo sido para Clint Eastwood, a tenor de los resultados, que no han sido todo lo gratificantes que podíamos esperar.

A estas alturas, cuando ya nada nos sorprende, sorprende un poco que hasta el propio Eastwood se vea contaminado por la corriente autodestructiva de antiamericanismo que todo lo moja ultimamente, hasta a los propios americanos. Y si bien la película habla del heroísmo de aquellos que lucharon por la libertad bajo la bandera de las barras y estrellas, parece incidir más en el aspecto propagandístico y manipulador de las emociones que llevó a cabo el gobierno norteamericano.

Lo mejor de la cinta es, amen de las muy conseguidas imágenes de la parte bélica, el principio: cuando se nos dice que las fotos ganan guerras, que la foto de Iwo Jima probablemente hizo que América ganara la Guerra para el mundo libre, y que la foto del prisionero vietnamita ejecutado de un tiro en la sien hizo que América dejara de ganar una guerra para el pueblo de Vietnam. Porque el mundo ganó mucho con la victoria aliada en la 2ª Guerra Mundial, y Vietnam perdió mucho también cuando fue abandonado por el ejército americano. Sí, las fotos ganan guerras, porque los sentimientos mueven a las personas. Unas veces para bien, y otras, para mal. Como un cuchillo de las mentes y las almas, la propaganda puede servir a nobles intereses o a los más atroces. Y Eastwood falla al no dejar meridianamente claro y sin lugar a la menor duda que la manipulación del gobierno americano, por más que fuera desagradable en sí misma, era necesaria y deseable. Aunque mejor que yo lo explica en la propia película el encargado de la campaña de promoción cuando responde a uno de los soldados que pretende renunciar a la farsa.

Ambientación fantástica, fotografía cenicienta, montaje excelente, música olvidable, mensaje confuso...¿y las interpretaciones? Correctas en general. Destacable en el caso de Ryan Phillipe, y totalmente cargante en el de Adam Beach, el personaje indio que, al igual que la película, se va haciendo más insoportable conforme pasan los minutos (probablemente no es culpa suya, sino del guión).

Esta cinta nos retrata a un pueblo americano noble, pero idiotizado, racista, simplón y aborregado. Y se supone que es la versión "americana" de los hechos. Si Eastwood muestra una visión idílica, carente de defectos y heróica de la parte "japonesa" en CARTAS DESDE IWO JIMA, la película hermana que relata los hechos desde el otro lado, habrá demostrado para mayor tristeza mía que su paso al "lado oscuro" de la fuerza progre se ha completado.
Demasiada gente olvida demasiadas veces que todavía hoy día se lucha y se muere defendiendo nobles principios en nombre de esta bandera:


Calificación: 5,5/10

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