domingo, 21 de enero de 2007

¿Currante y honrado? ¡Disimule!


¿CURRANTE Y HONRADO? ¡DISIMULE!

Para la mayoría de las personas, no es lo mismo no poder trabajar por tener una depresión, que tener una depresión por no poder trabajar. Para Manuel Olmedo, en cambio, por obra y gracia de la Junta de Andalucía y un juzgado de Jerez, sí lo es. ¿Su delito? No haber cometido ningún delito. Recuerdo de mi niñez una película (¿o era un tebeo?) en la que un robot de apariencia invencible era destruido por el héroe, que se las ingeniaba para quemarle los circuitos sometiéndolo a un dilema irresoluble; el malo metálico empezaba a echar humo y caía con estruendo mientras resonaban sus últimas palabras enlatadas: “NO COMPUTA, NO-COM-PU-TA, NO-CCC…”. Algo así es lo que debe haber pasado a quienes se encargaron del caso de Manuel: que con su dudosa inteligencia se han enfrentado a unas circunstancias para las que no habían sido “programados”, y ello ha originado una situación que sería de tebeo si no fuera porque los circuitos que se están quemando son los del hombre que cometió el error de querer ganarse el pan con el sudor de su frente.
En 2003, Manuel, funcionario de la Junta, sufrió una depresión que le obligó a pedir la baja laboral. Pasado un mes, fue dado de alta sin haber sido visto por ningún especialista en salud mental (dicen que se trata del último grito en “teleasistencia”). No se sabe si el alta se la dio el podólogo, el otorrino, o un celador que pasaba por allí, pero Manuel, que aunque estaba deprimido no es idiota, la impugnó. Y, de repente, unos meses más tarde, la misma unidad médica que le quiso dar el alta, inició los trámites para darle una invalidez total que, con derecho al cien por cien de su sueldo, le fue otorgada en poco tiempo. ¿Premio?, ¿castigo?, ¿error administrativo? Nada bueno, en cualquier caso, para nuestro protagonista, pues aunque sea el sueño de muchos, él no quería pasarse el resto de su vida viviendo del cuento. Así que, inocentemente, el pobre diablo renunció al premio que la Junta y Nescafé le habían concedido, y fue a juicio para recuperar su validez y su puesto de trabajo; al cabo de tres años gano el juicio y fue declarado apto para trabajar, pero lo que tenía que haber sido un final feliz, resultó ser la segunda parte, corregida y aumentada, de su pesadilla: el tribunal obliga Manuel a devolver el dinero que ha cobrado durante los tres años (¿acaso hubiera podido tener algún otro ingreso, estando forzado a ser oficialmente inválido?), ha perdido su puesto de trabajo y debe esperar a que se produzca una vacante para reincorporarse, puede ser enviado a cualquier sitio de la provincia de Cádiz y, además, no podrá cobrar durante varios meses al no haber cotizado en los últimos años. Disparatado, irracional: mientras los fraudes a la Seguridad Social asolan nuestra tierra, así es como el sistema premia a las personas que juegan limpio.
Lo más probable es que, como casi siempre, la apisonadora de la idiotez triunfe y consiga que el pobre Manuel se quede inválido de verdad, deprimido para siempre y arruinado. Es lo que pasa cuando las mentes pensantes situadas en puestos de responsabilidad no “computan” adecuadamente. Y lo más triste de todo es que mientras en la fantasía de los tebeos lo que se chamusca son los transistores del robot, en nuestra penosa realidad nacional es el alma de las buenas personas lo que se achicharra.
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La Voz, Jerez, 21 de enero de 2007

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me suena que no es un tebeo, sino la película "Juegos de Guerra".

Enrique Baltanás dijo...

¡Kafka existe!

Nadie dijo...

Sí, Kaiser, puede que tengas razón con lo de JUEGOS DE GUERRA, pero estoy seguro de haberlo visto también con un robot metálico humanoide, exactamente de la forma descrita, y me suena que fue en un tebeo de DON MIKI.

Enrique, y si no existiera, no habría que inventarlo porque ya lo hubieran inventado Zp o Cháves.

E. G-Máiquez dijo...

Un artículo tan bueno que angustia, que transmite la angustia de Manuel. ¿Gracias?, en todo caso, enhorabuena.

Nadie dijo...

Gracias a vosotros, amigos, por leerla.

Anónimo dijo...

¿sabeis lo más terrible de todo?, que sin conocer el caso, no me parece irreal, sino perfectamente posible en esta pais...

Anónimo dijo...

Claro, mafd, es que es real y no es el único. Y en otros aspectos de la vida existen muchos parecidos, como colocar a uno en la lista de morosos cuando pagaba cristianamente sus facturas y el banco era el que las devolvía a la entidad emisora porque el responsable de las trasferencias había perdido la autorización del cliente para que pasaran a su cuenta las cantidades de la entidad emisora. Encima a éste le pusieron una multa por impago por parte del banco. Sí, me pasó a mí y estuve dos meses de un banco a otro, hasta que la empresa emisora, la que me pasaba los pagos, se hizo cargo cuando me senté en el despacho del director y los amenacé con dar a la luz el caso. Al día siguiente ellos se hicieron cargo de la multa y ellos me sacaron de la lista de morosos. Fue de vergüenza, pero doy las gracias al Todopoderoso porque no fue un asunto que tocara al Estado ni a la función pública.

Nadie dijo...

¡Maikel! Esas cosas me las tienes que contar para cuando tengo sequía de ideas (es decir, todas las semanas).