Como en algo más de tres años Zp no ha sido aún capaz de destruir por completo España, ni se le ocurre adelantar las elecciones, no vaya a ser que las pierda y se pueda empezar la reconstrucción antes de que sea del todo inútil. Para demostrarnos que no habrá adelanto ni aunque lloremos en chino, ayer remodeló su gobierno. Lo que no sabe es que, en el fondo, nos está haciendo un favor, pues por más que lo que viene no pueda ser bueno, tampoco podrá ser peor que lo que había. Vamos, que en este caso más vale malo por conocer que nefasto conocido.
Hagamos una somera valoración de los entrantes y los salientes:
CULTURA:
Se marcha Carmen Calvo la soberbia, una analfabeta amante del “jevi”, la subvención (“lo de todos no es de nadie”), y los modelos caros, y entra César Antonio Molina, un crítico literario y profesor universitario que se supone que ama el español y lo sabe hablar y escribir. ¡Salimos ganando!
SANIDAD:
Se marcha Elena Salgado la prohibidora, la mujer que obtenía placer negándolo a los demás (vaya perversión), y llega Bernardo Soria, eminente científico que ya se cansó de mirar por el microscopio y ahora prefiere proponer a Zp para el premio Nobel y comenzar una carrera política a ver si pilla algo (no precisamente un resfriado). Por malo que sea, al menos sabrá lo que hace. ¡Salimos ganando!
VIVIENDA:
Se marcha María Antonia Trujillo la “kelipollas”, la que quería que viviésemos en zulos de 30 metros cuadrados mientras su despacho era más grande que el de el mismísimo Presidente de los Estados Unidos (no es broma, es un hecho real), y llega Carmen Chacón, que no sabremos si vale para algo, pero que al menos no es fea la chica y nos alegrará la vista, que falta nos hace con tanta de la Vega y similares. ¡Salimos ganando!
ADMINISTRACIONES PÚBLICA:
Se marcha Jorge Sevilla, y se nos vuelve a colar “Prohibinator”. Algo bueno habrás hecho, Jorgito, y eso no se perdona en la izquierda. ¿Salimos ganando? ¡Qué más da!, ¡viva la Pepa y a vivir, que son ocho meses!
No sé por qué, pero a mí me parece que dentro de 100 años no serán de Suarez, González o Aznar de quien se hable. Será Zapatero el que aparezca en los libros (si hay libros). Ya se sabe que la historia no sólo la escriben las buenas personas, sino que a menudo son los malvados los que lo hacen.
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7 comentarios:
Nadie:
Sabes de sobra lo que opino sobre tus columnas, pero esta vez creo que has cometido dos errores, uno buscado y otro (creo) involuntario:
1. Primero en involuntario. Estoy de acuerdo que el Ministerio de la Vivienda ha mejorado sensiblemente el aspecto visual de la portadora de la cartera, pero la sóla referencia me parece un comentario "ligeramente" sexista. No podemos medir a los Ministros por su belleza, sino por su capacidad.
2. La utilización del "Jorge" para designar al anterior Ministro de Administraciones Públicas me parece artificiosa. Se le conoce por "Jordi", responde por "Jordi" y es comúnmente aceptado además de corresponder a un nombre propio en una de las lenguas oficiales del Estado, por lo que no estoy de acuerdo con el uso del "Jorge".
Querido MAFD, de lo que hablas no es de una columna, sino de un comentario bitacorero, en los cuales me permito expresarme con mayor ligereza que cuando escribo para la prensa.
En cuanto a los errores:
1)Es posible que tengas razón. Es más, tienes razón: No podemos medir a los Ministros por su belleza, sin por su capacidad. No obstante, habiendo demostrado la cesante su absoluta incapacidad, y estando por demostrar la capacidad de la entrante, me consuelo por lo menos alegrandome la vista. No es sexismo, es que soy un hombre sensible a la belleza.
2) Una vez más, tienes razón: lo de "Jorge" es totalmente deliberado, y reconozco que artificioso. Incluso un amigo mío tan andaluz como yo se llama Jorge y le decimos Jordi, sin problemas. sin embargo,en el caso de un Ministro de España, prefiero llamarlo por su nombre en español. Cada cual que obre como crea que debe, que yo asumo las consecuencias de no decir Jordi, ni "Generalitat", ni "euskera", ni "Euskadi", ni "Xunta", ni "Lleida", etc.
Un abrazo, "Mafxdi" (je, je)
En primer lugar, reconozco que creí estar leyendo una columna, por lo que no tengo ningún problema en reconocer mi error y pedirte disculpas por ello, ya que, como bien dices, según el ámbito al que se dirija el escrito las licencias pueden ser unas u otras.
Respecto al tema del nombre, entiendo perfectamente tu argumentación de base, pero sigo pensando que si su nombre es Jordi (que es el que él utiliza), ¿quienes somos nosotros para utilizar otro?
En todo caso, y como no podía ser de otra manera, me parece perfectamente legítimo que utilices el nombre castellanizado.
Otro abrazo, Mr. John Doe (jua, jua, jua).
Discrepo, amigo mafd.
No solo podemos castellanizar, sino que debemos. Es obvio que que los ingleses llaman "London" a su capital, pero los españoles tenemos una palabra para designarlo: Londres.
Igualmente en español no exite euskadi, ni A Coruña, como tampoco Jordi, salvo como apelativo cariñoso, y estoy seguro de que no es el caso.
Otra cosa es que me digas que una chica se llama Oluka, para lo que no existe un equivalente en castellano.
Pero pienso que en los casos en que existe, está plenamente justificado su uso, ya que es el idioma que estoy usando.
Saludos en voz baja.
Hombre, esta es la clásica controversia de la que casi nunca se sale airoso. Vamos a ver:
Tú dices Londres, en vez de London, cierto, pero no dices Miguelito Campoviejo ¿no?. Dices Mike Oldfield (y eso que el nombre en castellano suena de lo más rústico y, por lo tanto, adecuado a alguna de la música que gusta del citado compositor). Es decir, los nombres propios de personas se deben mantener según la lengua del interesado.
...otra cosa sería negar la exitencia del catalán, del vasco o del gallego.
Un abrazo también para ti Kaiser.
PD: ¿Saludos en voz baja?
Secretitos...
L.A. Confidencial
Vale, digo Mike Oldfield, pero porque no se trata de trasladar todo literalmente a nuestro idioma. Me refiero a las palabras y los nombres que tienen traducción o su equivalente por convenio. A Coruña no existe en español y usarlo es igual que meter cualquier otra frase o palabra de otro idioma en mitad de una conversación: una licencia incorrecta.
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